miércoles, 27 de agosto de 2008

Limpiar pedazos de lo que quedó en el pasillo dieciocho, porfavor

La señora Andrea y su hijo se paran cada mes frente al estante cinco del pasillo cuatro, quejándose de cuánto han subido los precios esta vez.
Andrea echa cosas al carro.
Pablo lleva el carro.
Andrea echa cosas al carro mientras Pablo lleva el carro, paseándose con el carro por los pasillos, llenando el carro cada mes con menos cosas que el anterior. Se pasean por todo el lugar, menos por el pasillo de los dulces y galletas porque no-alcanza-para-esas-cosas, hay que guardar para las servilletas.
Ya en el pasillo dieciocho, echa Andrea en el carro un kilo de sexo para su marido y tres paquetes de lindas palabras para cuando se vaya a su trabajo. Dos litros de lágrimas para cuando se entere que lo engaña y un cuarto de sonrisas rebanadas para las visitas del domingo. Pasa por la maquinita todo lo que lleva para ver cuánto dinero le queda, a ver si le alcanza para esa promoción dos por uno de mentiras, lleve dos y pague ninguna, o para el triple pack de salidas a escondidas , del voy-donde-una-amiga, y se echa el shampoo recién comprado en el cabello para que no se le noten, labial rojo y dos toques de perfume; Y se sonríe de lo bien que van las cosas, y Pablo que pregunta: de qué ríes mamá, y Andrea que responde: de que el próximo mes no me va a alcanzar para nada de esto, Pablo, ni siquiera para las servilletas.

1 comentario:

Cristóbal dijo...

me encanta cada vez que hablai de estas dueñas de casa (unas sufridas, otras picaronas, otras indiferentes, ninguna diferente)