lunes, 9 de marzo de 2020

La pesadilla de Nicanor

Y así nos dejan los  changuitos preguntándose:  ¿De aquí a donde ? ¿Y cuándo?
Todo parece surgir de un sueño que tiene el changuito bebé en la noche, sobre la copa de un árbol a 25 metros de altura, cerca de los puentes colgantes, mientras las nubes cargadas de lluvia descargan su fuerza sobre la jungla.
Y en el sueño el chango viaja lejos y se llama Nicanor  y cree llegar a otro país en otras latitudes, sin tanto verde y a veces sin tanto silencio, ni a veces tan oscuro tampoco. Está con otros animales, que chillan raro y caminan raro y huelen raro y tienen costumbres extrañas, como levantarse temprano en la mañana con un aparato que les indica que deben levantarse temprano en la mañana. Y estos animales utilizan herramientas sofisticadas para alimentarse, calentando café en otro aparato y bebiéndolo a una velocidad acelerada.
En los caminos que recorren hacia sus destinos (como para el changuito son las copas de otros árboles) no hay hormigas que acarreen hojas en sus lomos ni caciques crestados que sobrevuelen el horizonte camino hacia el volcán.
Se encierran en unos compartimentos y observan durante horas unos dispositivos luminosos que al parecer les envían mensajes como los monos aulladores emiten sus chillidos bien entrada la madrugada .
Y en el sueño el changuito suele vestir algo que imagina se llama corbata sobre algo que imagina se llama camisa y hay momentos en que algo le hace recordar el verde de la selva, un momento de respiro entre tanto ajetreo para encontrarse consigo mismo, pero otro animal de los mismos se acerca y le dice en un idioma difícil de comprender algo así como “tienes otra reunión agendada a las 11:30 hrs” y un suspiro exhala por la boca .
Al atardecer todo es caótico cuando debería ser de lo más tranquilo. De regreso a su madriguera un millón de máquinas emiten sonidos ensordecedores y el corazón se agita sin darse cuenta, y las pupilas se dilatan sin darse cuenta y llega a su refugio donde otros animalitos bebés le esperan mirando sus aparatos que emiten las mismas luces con mensajes similares a los del día.
Y entonces el changuito despierta asustado en la copa del árbol a mitad de la noche lluviosa, con el corazón palpitando a mil por hora. Mira a su alrededor y logra distinguir la silueta de los árboles esparcidas como un océano hasta más allá del horizonte...

Todo había sido una fea pesadilla.

El árbol se mueve de un lado a otro  al suave compás de la brisa que envuelve la selva. En el vaivén de una rama el changuito mantiene el equilibrio sin esfuerzo, como siendo mecido en una cuna. Todo parece tranquilo en lo profundo de la noche. Las luciérnagas brillan a lo lejos, las ranitas croan sutilmente y la luz de lo que parece ser eso que llaman automóvil se enciende por allí abajo  y se aleja perdiéndose por un camino rumbo a alguna ciudad lejana.