sábado, 31 de diciembre de 2011

Non esistono

Te quiero conversar al oído,
susurrando,
despacito,
de las cosas que nunca escribí y que, por lo tanto, no leeré.
Te quiero hablar de asuntos que nunca sucedieron,
de las personas que nunca nacieron, que jamás vivieron y que de ningún modo conoceremos.

Quiero olvidar los recuerdos que jamás existieron,
Que nunca guardé en mi memoria.
El recuerdo de tus labios que no rocé (ni siquiera una milésima de segundo), de tus manos tranquilas que no abracé, de tu pelo enredado que no acaricié,
ninguna noche de agosto,
bajo la lluvia.
Deseo conversar de ti,
de tus primeros pasos que no diste,
de lo que no comiste la semana pasada para la cena,
de las ilusiones que no tuviste y las canciones que no escuchas por estos días.
De nuestros encuentros que no llegaron a lugar,
en ninguna plaza
en ningún café
en ninguna cama.

Quiero que no me cuentes todas esas cosas
ninguna de ellas,
ni una sola,
porque no estás aquí,
no existes en esta cuerda,
no vibras en esta sintonía.
En otro planeta, quizá.
En otra vida, espero . . .


martes, 27 de diciembre de 2011

Revoltijo

Pasó el remolino más grande de todos por mi casa.
Entonces mi lagaña se sacó un ojo mientras la comida masticaba bocas, las lágrimas asustadas no contuvieron el llanto, al mismo tiempo que el camino tropezaba con tus pies que corrían por todos lados.
Si el pulmón entraba en el aire, entonces el jugo gástrico secretaría estómagos, muchos de ellos, para proteinizar los metabolismos.
La música dejó de plasmarse de oídos y fue la primera en salir disparada por la ventana (nunca más la volvimos a escuchar).
El sillón se escondió debajo de mi papá y dentro de mi mamá se metió el refrigerador: alboroto tremendo. (La hermana de mi guagua era la única que soñaba en dormidos, como si nada pasara)
En el patio escuchamos perrear al ladrido, que después de todo tampoco lo pudimos encontrar.
Al final, cuando ya todo no podía estar más revuelto, la sangre chorreó venas por las murallas y los aplausos golpeaban las manos, demostrando su sonrisa con alegrías, muy blancas.
Y allí quedaron tripadas las tiras, y todo el mundo que pasaba quedaba muy confundido y no entendía nada.

domingo, 18 de diciembre de 2011



Esta foto va dedicada a ti. Sí, a ti: la rubia que se cruzó en mi foto y me la echó a perder. La de la sonrisa graciosa con un gorro de colores y un nudo ridículo en la bufanda. La que ahora se debe andar cruzando en las fotos de las demás personas para hacerse famosa porque en la revista de modelos no la contrataron ya que no aceptan a los que usan gorros con pompones. Te concedo un espacio aquí en mi blog que nadie ve para que en el país en el que vivas tú también subas las fotos tuyas en las que salgo yo y me crucé.
A ti, al recuerdo menos memorable del viaje por Venecia y que ahora pasa a convertirse en mi musa inspiradora de actualizaciones en el blog y a la que le dedico dos oraciones diarias antes de irme a dormir, soñando con el día en que te vuelvas a cruzar en mi fotografía.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Nah que ver



La fiesta se acabó cuando llegó María Eugenia.
Ella es tan-fuera-de-moda para estas cosas.
No sé quién, no sé a quién se le ocurrió invitarla. Es de esas, o sea, muy pero onda demasiado-poco-atiná para el baile, para seguir el ritmo. ¿Nadie nunca le enseñó a bailar? ,o sea porfa.
Es de esas que bailan apretadas con la pareja, de las que le agarra la mano al otro. Nos dimos cuenta de eso en la fiesta de inicio de clases, cuando todavía hace calor en Marzo: quedamos sorprendidos con su show.
Lo peor, es que mueve tanto las caderas por Dios. Jura que MATA de lo sexy, pero puro que MATA de risa. Nadie hace eso en las fiestas ahora. Y siempre sale con escote, no sé qué diría su madre si así la viera de “despechugada”
Debería entender, le deberían enseñar que lo más chick desde hace tiempo es bailar sin tocarse, sin siquiera mirarse, por lo menos cincuenta y tres centímetros de distancia el uno del otro. E ir a las fiestas con camisa y corbata, los varones, falda un dedo sobre la rodilla, las damas, OBVIO que sin escote.
O sea hello, o sea galla para tu movimiento.
"U-bí-ca-te", le diría yo si se me acerca menos de lo permitido.
Más encima es de las que fuman en las discotecas y toman ron-cola con hielo. Ahora a lo más, o sea, cuando estamos muy felices mezclamos leche con jugo, y eso nos pone más felices todavía.
Los rumores dicen que hasta una vez se besó con OTRO HOMBRE, y que ni siquiera sabía cómo se llamaba. Lo encuentro último.
Súper fuera de la onda de ahora.
Nos dio un poco de pena cuando llegó porque nos tuvimos que sentar en el sofá del living y mirarla bailar durante 3 horas esa música que nadie escucha: reggaeton y bachata.
Está tan mal enfocada en la vida.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Barifesos y esas cosas pt.2


Fue duro pero cierto. El Barifeso descubrió que la Humanidad no era ni zonote ni mucho menos consideradora.
Por lo que retozó su prudencia en ese ahora fulpito, durante trescientos sillosos separados.
Sin embargo, se había hecho de 8 esperanzas al corolar allí y, por lo tanto, no desistió de sus esvanios. Decidido, salió a buscar mochilenes a un vericueto de mochilantes: la conocida POPO (Porileta Oromono Productores de Olores). Para su loñita, el Barifeso quedó reintelecto inmediatamente y medio segundo después ya se relataba produciendo olores como mochilete de POPO.
Sus +; noches y su casi ?¡ de fofolanes fueron realmente posolendas. Posolendas porque desodoraba lo que otros hacían y él (como panteístico que era) se sicajía demasiado, especialmente los día de semana.
Hasta el día en que halló una jala escondida entre los puentos. Y en ella encontró la Hamilá: Todos los demás mochiletes de POPO no eran más que Sin Poteros (entiéndase sin potero en el nemeso del cutato) que mochilaban para un tal Medigo Asolante, y que todas las mochiladas iban en cosobre del Planeta.
El Barifeso dejó de lado la soberbia y frenó a másqueros. Esto no podía continuar así.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Mensaje enviado desde Neptuno


Comencé la investigación el Once de Noviembre de Dosmilonce porque era una fecha que no se repetiría en ningún nuevo ciclo solar, por lo menos no en millones de años y en otro universo.

La idea era tomar una muestra de recién nacidos y utilizar un método avanzado de reconocimiento de llanto, gesticulaciones, evaluación de postura y principalmente de fluctuaciones en el impulso nervioso y sináptico a nivel cerebral (porque no se puede realizar de otra manera) para recopilar información y conocer la respuesta a una pregunta sencilla que le hacíamos a los recién nacidos que cumplían con los criterios de inclusión.

La hipótesis era la siguiente: "Los recién nacidos de madres multíparas o primigestas son capaces de decidir, en el momento mismo del parto (durante el expulsivo), si quieren permanecer en el planeta Tierra o Nacer en otro mundo, según el grado de felicidad que ellos estimen conveniente".

En palabras simples, les damos la posibilidad al bebito de querer quedarse en este planeta o de irse a vivir a otro planeta del sistema solar, incluso fuera de la vía láctea, en algún exoplaneta aunque todavía no se haya descubierto.

Nos basamos en el principio ético de la autonomía, de decidir en qué planeta nacer, crecer, enamorarse, llorar y morir. A todo ser humano, desde el principio de los tiempos y la historia Bípeda, se le ha pasado a llevar este derecho de elección, obligándonos a nacer en un planeta sin preguntarnos si así lo queremos o si en verdad nos gusta más Júpiter o una luna de Saturno.

La investigación era experimental puesto que realizábamos una intervención en la muestra escogida de bebitos. Dicha intervención consistía en colocar electrodos cefálicos al momento de coronar la cabeza del bebé y asomarse por primera vez en el planeta, incluso antes de respirar.

El electrodo cefálico tenía dos funciones: de emisor y receptor de mensajes. Les enviábamos señales pulsátiles que se percibían como imágenes en el telencéfalo neonatal. Las señales que les mandábamos eran sencillas: les enseñábamos el planeta Tierra.

Les mostrábamos dónde vivían los seres humanos (casas), las cosas que comían (carne), cómo se comunicaban (boca). Era posible transmitir hasta sentimientos: entonces le transmitíamos el sentimiento de la alegría al dar el primer pasito en la vida;

el sentimiento del fracaso al obtener nota roja en una prueba luego de estudiar toda la noche;

el sentimiento del amor al cruzar la primera mirada con tu alma gemela;

el sentimiento del dolor al perder al que llamamos papá y a la que llamamos mamá

y el sentimiento de la confusión interna al no encontrarse a uno mismo por mucho que uno se busque.

Elegimos agregar imágenes sencillas por medio del electrodo, en alusión a nuestro planeta: un pajarito, un automóvil, una canción, un celular, un político, una nube y una lágrima.

Todo eso se transmitía en 2. 33 segundos, porque la elección tenía que ser rápida. El mensaje finalizaba mostrando cómo todo ser humano termina al momento de dejar de latir el corazón, luego del último suspiro: huesos metidos dentro de una caja enterrada bajo tierra.

Al acabar el mensaje emitido, el electrodo captaba las señales que reenviaba como respuesta el telencéfalo del bebito y las procesaba en un computador, arrojando dos simples respuestas: SÍ o NO.

En el caso de que apareciera la palabra SÍ, entonces se proseguía con la atención del parto, rotación externa, extracción de los hombros y del resto del cuerpo, ligadura de cordón y ya el bebé formaba parte del planeta Tierra y pasaba a ser un ser humano persona, incluso reconocido por la constitución y las implicaciones legales que ello conlleva.

De lo contrario, si la opción NO aparecía en la pantalla, entonces aplicábamos la maniobra de Zavanelli e introducíamos de nuevo la cabeza fetal (porque aún no era un ser humano persona) dentro del útero.

Colocábamos rápidamente dos ventosas en el fondo del útero externamente y procedíamos a aplicar ondas de alta frecuencia (todo esto aprobado por el consentimiento firmado de la madre previamente). Las ondas tenían tanta frecuencia que superaban la frecuencia alcanzada por la luz al viajar por el vacío y entonces el feto era capaz de desintegrar sus partículas pesadas en partículas de luz que se transmitían como una especia de rayo en dirección al planeta que el bebé escogía en secreto para nacer y vivir su vida de adulto extra-terrestre.

Las madres de los bebés que escogían otro planeta, como era de esperar, pasaban por un período de defensas bajas pero eso también lo cubría la investigación y les dábamos un tratamiento endovenoso y un caramelo.

Sin saberlo los sujetos de la muestra, debo confesar, enviamos un transmisor interestelar junto con el bebé arrojado a otro planeta, para conocer el grado de felicidad alcanzado y saber si la investigación tuvo significancia o no (esto nunca lo publicamos, por conflictos con el comité de ética de la investigación).

Los bebés cada mes nos envían un informe de sus experiencias y los resultados han sido asombrosos. La curva de felicidad ha ido en aumento progresivo e invariable durante todos este tiempo. Han alcanzado la felicidad plena en su planeta escogido. No conocen de fracasos ni de violencia intrafamiliar o femicidios, de palabras negativas hacia segundas personas en el trabajo, ni siquiera de conflictos con uno mismo ni de accidentes de tránsito los fines de semana largo: en los otros planetas del universo aún no se inventan las carreteras.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Donnie Darko


Donnie: ¿porqué usas ese estúpido disfraz de conejo?
Frank: y tú, ¿porqué usas ese estúpido disfraz de humano?

Donnie Darko [2001], Richard Kelly

sábado, 1 de octubre de 2011

Martyrs


"La gente no quiere sufrir más.
El mundo ha llegado a un punto, en que sólo quedan víctimas.
Los mártires son raros.
Un mártir es algo más. Un mártir es un ser excepcional, vive sufriendo la privación de todos.
Nosotros cargamos con los males del mundo, y ellos trascienden por sí mismos. ¿comprendes eso?."


Martyrs [2008], Pascal Laugier

domingo, 18 de septiembre de 2011

:La sequedad de las hojas:

Después de llover salimos a la calle a saltar charcos. Todavía nos caían gotas en el pelo: las nubes avanzan rapidito, cruzando el cielo hacia sectores de bajas presiones: las presiones bajas les dan pena y por eso llueve aquí en San Bernardo. Es por eso y por nada más.

Nos dimos cuenta tarde que las hojas ya no crujen como las de otoños anteriores (menos aún las que se quedan en el agua): Hoja seca que no cruje, no sirve para nada: y nadie hace algo por cambiarlo: todos nos quedamos en casa cuando hace frío: comemos porotos o tejemos bufandas y gorros para guardar un poco el calor que se nos va sin quererlo.

Nadie hace marchas en la Alameda por la sequedad de las hojas y su tendencia anual a ser menos crujientes que antes: pero a ti y a mí (nosotros) nos da pena perder la costumbre ya vieja de pisarlas, de dejar que el crack bajo la zapatilla se lleve consigo los problemas de nuestra relación y no hay crisis existencial que no se supere al realizarlo, haciéndolas desaparecer bajo el pie, a rematarlas después de perder su función de hoja verde en la copa de un árbol. Se desprende ya marchita y gastada, con apenas una pizca de clorofila y se deja llevar por la primera brisa de la mañana, rebotando pausadamente en el aire, como queriendo inmovilizarse, quedarse por siempre en el instante pre-estrellamiento contra el pavimento de la acera. Pero inevitablemente termina en el piso, a la deriva, con el destino de despedazarse tras el camino de la gente al llegar la noche, o caer al charco de agua que no saltamos: que nos quedamos mirando desde arriba: mientras la hoja nos mira desde abajo, susurrándonos sus motivos para estar menos seca que antes, pero tristemente alcanzamos a ver a penas un par de burbujitas flotando a la superficie: y allí se queda entonces sumergida hasta el fondo, sin esperar más nada que el zapatazo en la cara o que las nubes vuelvan por estos lugares a descargar las cosas malas que hay en el cielo.


miércoles, 17 de agosto de 2011

Alegorías Caninas

No estuve ladrando en la noche como perro porque la luna me lo pidiese. Ladraba porque algo bien adentro me decía que lo hiciera.
Una garrapata loca, tal vez.
Un Toxocara canis, espero que no.
Aullé por cuarenta y seis segundos, en un tono melancólico: extrañaba tu hocico, tus colmillos, tus cuatro patas, tu collar que cuando suena me avisa que vienes llegando antes de que abras la puerta.
Y mi glándula lacrimal ya había secretado un par de lágrimas cuando el recuerdo de días mejores se metieron en mi hipotálamo perruno. Sentí como ayer (pero hoy) las ganas locas de mover la cola y sacar la lengua.
Reí entonces durante el resto de la noche, puro perdido en la fantasía de un hueso sabroso de tu lado para saborear por todo lo que nos queda de vida.

martes, 2 de agosto de 2011

reinscripción

Eusebio cree que se conoce, pero no se conoce ni siquiera un poquito.
No sabe quién es en medio de la fiesta,en medio del tumulto, entre los que vienen y van en busca de su destino que se ahoga en una piscola y en el humo de los cigarrillos.
No se reconoce al mirarse en el espejo cuando los ojos le pesan, la barba está sin afeitar por una semana y ni seis tazas de café bien cargado le quitan las ojeras.
Olvida su nombre a la una de la madrugada, girando en la cama, escarbando un consuelo entre las sábanas, algo con qué soñar pegado a la almohada.
Eusebio se convirtió en el tercio del personaje que quería actuar, en un cuarto del ser humano que pensó un día llegar a ser.
Ahora es mitad estropajo, un octavo de oveja pelada y lo que sobra de marioneta.
Eusebio, deberías inscribirte de nuevo en el registro civil.

sábado, 2 de julio de 2011

Aguacate


Mi papá compraba las paltas todos los jueves en la feria. Esto de la globalización hace que haya paltas en la feria todo el año. Las traen del norte cuando es invierno acá en el sur del planeta. Esas paltas tienen cuesco como todas así que no es mucha la diferencia.

Las paltas del mes de julio no sé de dónde las traerán, pero son las paltas más extrañas de todas. Están realmente locas, lo juro.

Todo empezó hace tres semanas cuando mi papá trajo en la mañana del jueves las paltas envueltas en bolsa de plástico amarilla. Siempre les hace nudos difíciles de desanudar y eso que soy experto en matar nudos. A veces creo que podría ganar un concurso deshaciéndolos.

Ese nudo estaba imposible. Luego de cortarlo con la tijera, coloqué ordenaditas las paltas en el esquinero que está sobre la cocina. Ahí se ven bien bonitas cuando están todas negritas y en pirámide. No es cosa fácil apelotonarlas y que no se caigan. Yo las vi, con mis propios ojos: era la pirámide de paltas más impenetrable del mundo. Ni un terremoto las botaría.

Pasó que esa noche después de tomar once, todos coincidimos en que las paltas estaban en su lugar cuando fuimos a dejar los platos al lavaplatos. A las tres de la madrugada y unos minutos más diría yo (porque mi mamá nunca ha sido buena para decir horas exactas), mi papá bajó a la cocina a tomar un vaso de agua. Prendió la luz y la vio: una palta sola e indefensa sobre el piso de cerámica roja de la cocina. Mi papá, sin darle mucha importancia, la tomó y la dejó en su lugar. Tomó su vaso de agua y se marchó.

Mi mamá asegura que escuchó ruidos esa noche, yo no estoy tan seguro de haber oído algo en absoluto. Resulta que a la mañana siguiente cuando mi mamá se levantó a preparar el desayuno, vio de nuevo otra palta en el suelo. Tampoco le tomó importancia y la dejó en la pirámide.

Dos noches más tarde fui yo quien se levantó en la madrugada en busca de comer algo dulce porque a veces me dan antojos como si estuviese embarazado. Esta vez eran dos las paltas en el suelo. Supuse que algo había fallado en mi técnica de colocación de paltas. las volví a acomodar en su lugar y me fui a devorar un pedacito de torta al comedor. Al volver cinco minutos después a dejar el plato en el lavadero, habían 3, digo bien, tres paltas en el suelo. Pensé que las paltas estaban deformes y por eso no se quedaban en su lugar.

A la mañana siguiente cuando mamá llamó a desayunar a la mesa, me contó que encontró de nuevo paltas en el suelo, pero que eran 4. Supongo que lo dijo en tono tan preocupado que mi papá decidió cambiar de lugar el esquinero de la cocina a la esquina de al lado. Pero las paltas volvieron a aparecer en el suelo a la mañana del otro día.

Llegamos a la conclusión de que eran paltas saltarinas. Suena tonto pero las paltan realmente saltaban. Lo supe cuando dejé la cámara de video grabando la cocina durante la noche. Al ver el video con mis papás, quedamos boquiabiertos al ver cómo saltaban las paltas desde el esquinero. Saltaban, lo juro. Estaba una quieta y de pronto,paf, saltaba. Tengo el video aquí mismo en el computador. Eran paltas saltarinas y saltaban. Mi mamá que es medio supersiticiosa decidió botar las paltas. "En esta casa no salta ninguna palta", dijo casi reconrosa mientras las echaba en la bolsa.

Yo realmente no tenía tanto miedo hasta entonces. Me parecía incluso cómico que saltaran. Me asusté de verdad cuando a la mañana siguientede nuevo había una palta en la cocina. Estaba en el esquinero. Mi mamá se sintió desafiada o algo así por la palta y no la quiso tocar.

Lo peor pasó esa misma noche. Cuando escuchamos un pequeño ruido en la cocina. Bajamos y vimos con nuestros propios ojos cómo la palta saltaba desde el esquinero y caía sobre la cocina, rebotando en la manilla que abre el gas. "esa palta nos quieren matar" dijo mi papá.

Suena de locos pero la palta de verdad que abrió el gas y nos quería matar. fue claramente una amenaza de guerra contra las paltas. Cogimos todas las paltas y las fuimos a botar al río que pasa cerca de la carretera. Esa noche dormimos asustados, muy asustados. Me despertó un estruendo en la pieza de mis papás. Cuando fui a ver había vidrios por todos lados y una palta sobre la cama.

Mi mamá lloraba del miedo. "esa palta entró por la ventana" gritaba. Y de pronto paf, otra palta entró haciendo trizas la ventana. Era una lluvia de paltas verdes. Dios, como caían. Nos tiramos al suelo como en las películas cuando llega el malo disparando desde el otro lado y allí nos quedamos. Al rato llegaron los carabineros, por que el jaleo fue tremendo.
Preguntaron si habíamos visto a los que nos lanzaron las paltas por la ventana y no nos creyeron cuando dijimos que las paltas eran saltarinas. "no podemos meter presa a una palta" dijo uno. así que metieron preso a papá.

Nunca más volvimos a esa casa ni nunca más volvimos a comer palta. Les tenemos terror.

lunes, 27 de junio de 2011


Tratamos de justificar la existencia de los piojos mientras nos servían un margarita






(te voy a extrañar)

viernes, 10 de junio de 2011

uterino

se llevaron el útero de mi mamá.
En su endometrio me implanté,
mi trofoblasto se metió más adentro para comer,
para comer de su sangrecita,
para comer de su sangrecita y poder crecer.
Después mi corazón empezó a later a 133 latidos por minuto
y me salieron manitas.
De seguro estaba bien dobladito allí dentro,
y escuchaba a mi papá y mi hermana,
cuando llegaban del trabajo o de la escuela.
Se lo llevaron a anatomía patológica,
le tomaron una muestra para examinarlo.
Luego de los resultados,
lo tiraron a la basura.
La basura llegó al vertedero.
Una paloma pescó un pedacito y se lo dio a sus pollitos.
Un ambientalista debe haber llegado un día
y tomó un montón de basura
para reciclarla y convertirla
en cajas para huevos.
Cuando fuimos al súpermercado la semana pasada,
compramos esa bandeja con huevos.
Y mi mamá hizo huevo revuelto. Le quedó como nunca.

miércoles, 8 de junio de 2011


Revisé doce veces mi correo en menos de media hora.
Pero dios no manda mails a estas alturas de la madrugada

domingo, 29 de mayo de 2011

seis segundos


Supe exactamente cómo iba a ocurrir cuando lo vi cruzar desde el paradero a la calle.
Por supuesto que no tocaría con sus lágrimas el duro pesar de un camino a medias, sin salida, como esos callejones que no te llevan a ninguna parte, a parte ninguna. no.
Luego levantaría lo que corresponde a los días que se vienen por poco y el orgullo de lograr algo pequeño, ínfimo diría yo, pero suyo al fin y al cabo.
Por aquéllo, el placer le recorre los poros del dedo meñique de la mano derecha, que es el mismo que ocupa para limpiarse de las orejas las palabras superficiales que le rebotan, cargadas del último cahuín imposible de no contar y de los accidentes del día anterior.
Al llegar a la esquina siguiente tomará el tecito que le gusta, con sabor a todo eso que se espera sin demasiada excitación porque lo más probable es que ni siquiera se asome en tu, en tu, en tu existencia tuya (para que quede bien claro).
Y al saborear la bolsita del té con eso que ya dije (todo esto pasó en los 6 segundos que toma cruzar una calle) de pronto descubre que no hay mejor manera de terminar el día que tranquilo en la cabeza apoyando la almohada, con la certeza de que se obró acorde a lo planeado por uno mismo cuando se asoma al planeta por primera vez según el calendario occidental.

jueves, 28 de abril de 2011

Fragmentos 27

Pude reír.
pude esperar que las hojas se cayeran de los árboles toda la tarde.
pude escoger doblar en la esquina de la bomba de bencina camino a casa.

Pero preferí seguir caminos indistintos, conocidos a más no poder.
Decidí callar lo feo que se genera espontáneamente desde la mierda que se lleva dentro.
Quise entonces que todo alrededor se tornara blanco y negro, y transcurrieran los segundos entre-cortados. entre-olvidados, entre-desperdiciados en los movimientos de las personas que caminan los días viernes hacia las fiestas que organizan para desquitarse, para bailar y sudar cómo los mil demonios.

Me puse antifaz de pajarito para que no me reconocieran y volé entre los que no ven los semáforos en rojo, por pura cuestión de impaciencia y de tratar de llegar primero al asiento del metro. Y todo por sentirse como un gran pedazo de caca que se va agrandando a medida que te pisotean y pisotean con cada minuto que pasa.

Estuve perdido un rato, se me reventaron las espinillas de tanto preguntarme cuántas personas irían a mi funeral si es que se equivocan y me entierran vivo pensando que estoy muerto, cuando en verdad estoy haciéndome el dormido.

Ahora que no soy ni pajarito y ya me cicatrizó la herida, pienso en el mañana y en los pasos que daré al despertar.
En la siesta que no dormirás y los besos que no me darás porque estaremos lejos, lejos pensando que estaremos juntos al llegar la noche.
Y en el pensamiento absurdo de que la gente podría dejar algún día de decir garabatos o dejar de pensar de forma negativa cuando te pegas en el codo con el borde de la mesa, mejor me conformo con saber que vistos desde afuera no somos más que un puto punto en el espacio.



miércoles, 20 de abril de 2011


Estás en mi escaldasono cuando hace frío y te transformaste en mi calzoncillo de la suerte (el que me trae más suerte).
Estás en la cama 224-1 de Ginecología a las tres treinta y dos de la madrugada, con la ducha del baño goteando.
Te apareces al otro lado del andén cuando espero el tren de las 7.04 y me topo contigo en los paraderos de micro esperando la 211.
Quiero enredarme cada mañana contigo, enredado en serio, y que la alarma suene todo el día pero como no nos podemos mover no nos queda otra que quedarnos en casa acostados.



felices 36=3 (:

miércoles, 6 de abril de 2011

conversaciones mudas entre tú y mí-mismo

Escucho tus sonidos desde la ventana del Café. vienes llegando.

huelo tus colores,

veo tus olores.

percibo tus dolores

Estoy un paso a la derecha y atrás de tu marcha, de tu decisión de dejar caer tus glúteos sobre una silla abandonada para reposar un instante de los fregones del día jueves.

Pides una copa de vino para ahogar los prejuicios y soltar a risas las palabras que no se dicen sobrio (a menos que estés loco).

"yo solo espero que las cosas sucedan", me sueltas desde lejos con una mirada.

Lo entiendo, todos en el café lo entendemos porque es lo mismo que todos hacemos en las estaciones de metro: dejamos que el carrito se meta al andén,

dejamos que se abran las puertas,

dejamos que nos empujen hacia adentro y esas cosas.

Nadie en el Café, te lo puedo asegurar, detiene carritos de metro con una mano o propone soluciones concretas al mar de gente en hora pico.

Dejamos que los días vengan, que lleguen, que avancen, que se esfumen y se transformen en un número más en el calendario.

sabía yo que tu día iba peor que el mío.

sabías tú que yo sabía todo eso desde mi mesa.

Estamos todos a la espera del mesero, todos lo deseamos, todos queremos contar nuestras penas, todos queremos llorar lo que acongoja, todos queremos pedir una orden de decisiones acertadas y de agradecimientos por aquello.

Recojo las bolsitas de azúcar vacías que le eché al café y te las dejo en la mesa camino hacia a la puerta. Es lo que estábamos esperando a que ocurriera, es lo que el destino tenía preparado para nosotros.

Dejé el Café con los bolsillos llenos de servilletas (mi mamá las colecciona) y tú te quedaste allí con el destino a cuestas, con la lágrima a punto de caer por tu ojo izquierdo y con una sinapsis neuronal repitiéndose por todo lo que quedaba de tarde. Pero yo sabía que tú sabías que de lo único que estábamos seguros era que nuestros días ya no iban a ser los mismos de antes.

jueves, 31 de marzo de 2011

espaciado

Arrendamos habitación en un hotel en Venus, porque en Júpiter estaban copados, Neptuno está muy Lejos y en Plutón ya no hay donde alojarse.

Salimos todos los días a poner las patitas a la orilla del planeta, justo al borde con el universo donde se puede ver hasta el centro de la vía láctea.

Saludábamos a nuestras familias y amigos en La Tierra antes del Alba, ni siquiera extrañando un poco nuestras vidas.

A veces movíamos tanto los pies por la alegría de haber encontrado un lugar propio, que nos caíamos al espacio hacia arriba, hacia abajo, hacia cualquier parte según cuál sea tu punto de referencia.

Pasábamos semanas de la manita flotando entre asteroides, entre satélites: El tiempo no existía ni allí ni en nuestras camas.

No hubo cabellos blancos;
no hubo pliegues en el rostro;
no hubo molestias articulares ni nombres en el olvido.
Fuimos infinitos, fuimos por-siempre, para-siempre una misma sola cosa.

Cuando nos echaron del hotel por problemas con el pasaporte, recién supimos que en Mercurio estaban las piezas mucho más baratas

martes, 15 de marzo de 2011


estoy esperando que las cosas cambien mientras la pieza se llena de polvo

miércoles, 2 de marzo de 2011

Deslizo el cierre del bolso azul con rojo, saco una polera y un trocito de tu hogar viendo fotografías de tú-pequeño; tú-conlentes; tú-gordito.
Saco una bolsa con calzoncillos y un par de pececitos de la playa balandra, tú haciendo esnórquel y yo tomando sol bajo una palapa mientras la gaviota nos mira.
en el bolsillo de fuera encuentro un helado de gansito que nos comimos en Todos Santos y los pasos que caminamos por el Malecón antes de comer ceviche.
Aparece detrás de una hawaiana un taco del mercado de Querétaro y unos margaritas en San Miguel de Allende.
Al fin encontré el callejón del beso junto al Pipila y la momia más pequeña del mundo tomando vino con nosotros en Guanajuato.
Y en el fondo bien al fondo del bolso encontré lo que me traje guardado y que tanto buscaba: encontré tus labios, encontré tu mirada, encontré tu manita a medianoche en un hotel sin aire acondicionado, pensando y deseando que las vacaciones nunca se vayan a terminar.


miércoles, 9 de febrero de 2011

Adiós Chile lindo y querido!


voy a dejar las ventanas y las puertas cerradas de la pieza para que ni el polvo, ni la rutina, ni la rutina llena de polvo me persigan mientras me arranco junto a ti, lejos de todo eso que no se quiere ver cuando se tiene cerca pero se extraña a montones cuando se está fuera.
nos vamos a tus calles, a tus lugares, con tu gente y tus costumbres.

que comience la aventura (:

jueves, 27 de enero de 2011

Fragmentos 24 (a causa de un intento fallido de canjear una gift card)

estuve a punto de desintegrarme en la tienda cuando escuché la voz de uno de mis antiguos gatos diciéndome que había encontrado la solución para las tallas de ropa extra larga y para que el sol no te queme la nariz desproporcionadamente en comparación con el resto de la cara.
sabía perfectamente lo que tenía que decir en el momento preciso para que todos sonrieran, pero resulta que su secreto era una de las tantas maneras bonitas de interpretar un suceso que a todas luces era nefasto. "no seas tan pesi- pesimimista", me refutó. Mas yo, ahogado en mi propia desdicha de no encontrar alguna promoción que calzara perfecto con las necesidades de mi té y sus dos cucharadas de azúcar light doblemente dulce, hice oídos sordos a su consejo.
Lo cierto es que la voz del tercer gato que se me escapó de la casa tenía más razón de la que tienen las vecinas cuando te dan recetas ancestrales para quitar las espinillas, porque todo va en cómo se mire el suceso, de la manera en cómo UNO le da su toque y su interpretación, haciendo de la realidad no más que un asunto de reacciones químicas en tu cerebro y de personas que se encuentran en los paraderos de micro.
Es por eso que extrañé al felino sabio: extrañé sus pelos, sus ronroneos, sus bigotes y cuando se hacía pis por toda la casa. Pero como ahora el punto de vista es distinto, me importa bien poco la verdad.



domingo, 9 de enero de 2011

de lo corriente y común

Considerando el transcurso de los acontecimientos en estos últimos 387 días, se puede decir con certeza que la vida no apesta a cigarro, a cigarro encerrados en una discoteque llena de gente que fuma hasta por los codos, deseando que el cigarro entre los dedos se transformase en otra cosa (eso mismo que usted está pensando).
Somos tan llorones cuando todos lloran. Lo mismo que todos gritamos cuando todos gritan (en especial si es algo feo) y miramos hacia el puto punto si todos lo están mirando.
Si no fuera así que mejor se vaya yendo de la fiesta, qué desubicao'.
Que no vibre en otra cuerda, que no cante en otro compás. Que siga el ritmo y no desafine.
A estas alturas ya estamos tan mimetizados con un celular último modelo con pantalla táctil que es difícil llorar si no te vibra en el bolsillo anunciando un nuevo mensaje. Es casi imposible diría yo.