sábado, 29 de agosto de 2020

tercera causal

Todo gira en remolinos en la cabeza, los mensajes en el teléfono suenan por montón y son más complicados que esos remolinos turbulentos.

“Todo es un menjunje”, como decía la abuela. Quizá si la abuela estuviera hoy, preparándose su desayuno en la mañana, estaría como nunca callada, pensativa, con la mirada perdida, pensando en qué aconsejar en estas circunstancias, tomándose un té de bailahuén.

Quizá su consejo hubiera cambiado el transcurso de la cosas, hubiera apaciguado el remolino. 

Su mundo, en su tiempo, era tan distinto al de ahora.

No es el posible consejo, no es tampoco la ilusión de niña mientras yo jugaba con mis muñecas regaladas en navidad.

No es la mirada del señor que me hizo la ecografía, ni la fotografía en blanco y negro de lo que va creciendo dentro mío.

Son los recuerdos en la memoria, las pesadillas en la noche, despertar con el pelo pegado de sudor detrás del cuello. Es el cuello que agarrabas con una mano, el peso de tu cuerpo sobre mí, tu aliento entrando y saliendo mil veces en cada jadeo, comiéndose mis pulmones, masticando mis entrañas e implantándose en las cavidades abatidas, en ese desolado nicho donde brotan millones de lastimosas células como un menjunje de tejidos. 

No es el camino de años a cuestas, es ponerle fin a todo esto  el día lunes, entrando al hospital a las ocho de la mañana. 

domingo, 23 de agosto de 2020

la paz y la verdad

No hay verdad que por muy verdadera que sea 

se convierta en la más absoluta, 

la que reine por sobre todos 

en cada uno de los presentes.

Y tú quisieras encontrar la palabra perfecta

la que perdure más en el tiempo 

la que prolongue la tranquilidad

porque la paz también es cierta

tan cierta que puedes tocarla.

Y te enamoras de esa paz,

y te la llevas a tu casa

te la llevas a la cama,

y salen a pasear por el parque 

los domingos en la mañana.

Salen a cenar a la comida hindú

los lunes en la noche,

y van al cine de películas clásicas 

los viernes por la tarde.

Y un jueves cualquiera

llegas antes del trabajo 

a tu casa 

porque anunciaron una nueva pandemia en las noticias,

y descubres que la paz 

nunca fue tan cierta,

la pillaste chanchito

disfrazándose muy serena,

muy tranquila

poniéndose su máscara

como si nada.

Y con la misma parsimonia,

se gira y te dice :

“no hay verdad que por muy verdadera que parezca se convierta en la más absoluta”.

Y entonces le tomaste la mano

cariñosamente 

pero con firmeza,

le besaste en los labios 

y le hiciste el amor como nunca esa noche.