miércoles, 31 de agosto de 2022

(des)Memorias del puerto

Estas calles ya las recorrimos, 

a estos gatos ya los hemos visto. 


El graznar de las gaviotas no nos era algo extraño ni los escalones de los pasajes escondidos nos parecía nada nuevo. 

Esas fotos ya las habíamos tomado, descansaban en un álbum perdido en nuestros teléfonos. 

La melodía la conocíamos de algún lado, probablemente la habíamos tarareado inconscientemente para nuestro adentro camino al puerto.


Resulta que nada es desconocido, pero de algún modo lo percibimos diferente, como si los haces de luz se refractaran de forma distinta, resquebrajando la imagen ya dicotómica en nuestras memorias, pero aquí y ahora de frente se vuelve más misteriosa aún.


Será quizá la misma gente, seremos quizá nosotros los mismos de siempre, pero algo ha mutado y se ha transcrito, una versión mejorada y metaplásica de los niños pequeños que fuimos hace 7 años, aquellos que recorrían rincones ocultos para permanecer en el tiempo de forma eterna, buscando nuestras almas perdidas sin saber que no teníamos nada perdido, que todo va dentro y se va reflejando de acuerdo a cómo la luz nos va descubriendo a través de las bruma que envuelve las calles vacías de la ciudad por las mañanas.


Y así como este paseo sin recorrer ya lo hemos recorrido, de igual forma te tomo y no te tomo del brazo de vuelta del restaurante luego de cenar mariscos maridados con vino pero sin vino blanco, caminamos de ida pero de vuelta a nuestra casa que no es nuestra, nos quedamos y a la vez nos arrancamos de ese escondite en el que fuimos pero no somos nosotros los de siempre, nosotros los de nunca, permaneciendo eternamente.


Valparaíso, agosto 2022