miércoles, 17 de agosto de 2011

Alegorías Caninas

No estuve ladrando en la noche como perro porque la luna me lo pidiese. Ladraba porque algo bien adentro me decía que lo hiciera.
Una garrapata loca, tal vez.
Un Toxocara canis, espero que no.
Aullé por cuarenta y seis segundos, en un tono melancólico: extrañaba tu hocico, tus colmillos, tus cuatro patas, tu collar que cuando suena me avisa que vienes llegando antes de que abras la puerta.
Y mi glándula lacrimal ya había secretado un par de lágrimas cuando el recuerdo de días mejores se metieron en mi hipotálamo perruno. Sentí como ayer (pero hoy) las ganas locas de mover la cola y sacar la lengua.
Reí entonces durante el resto de la noche, puro perdido en la fantasía de un hueso sabroso de tu lado para saborear por todo lo que nos queda de vida.

martes, 2 de agosto de 2011

reinscripción

Eusebio cree que se conoce, pero no se conoce ni siquiera un poquito.
No sabe quién es en medio de la fiesta,en medio del tumulto, entre los que vienen y van en busca de su destino que se ahoga en una piscola y en el humo de los cigarrillos.
No se reconoce al mirarse en el espejo cuando los ojos le pesan, la barba está sin afeitar por una semana y ni seis tazas de café bien cargado le quitan las ojeras.
Olvida su nombre a la una de la madrugada, girando en la cama, escarbando un consuelo entre las sábanas, algo con qué soñar pegado a la almohada.
Eusebio se convirtió en el tercio del personaje que quería actuar, en un cuarto del ser humano que pensó un día llegar a ser.
Ahora es mitad estropajo, un octavo de oveja pelada y lo que sobra de marioneta.
Eusebio, deberías inscribirte de nuevo en el registro civil.