domingo, 6 de agosto de 2023

Melina y Tau Ceti

Melina creía en todo lo que aparecía en las noticias del canal ocho. Todas las mañanas durante el desayuno, mientras se preparaba su avena integral con leche de almendras, absorbía toda la información que le era transmitida, y las ondas de radio atravesaban su piel, sus articulaciones, sus ligamentos, sus huesos anchos, interactuaban levemente con sus neurotrasmisores. A veces le causaban recuerdos olvidados en la corteza gris, sobre todo los reportajes de niños en el colegio, y ella a esos recuerdos les llamaba “Déjà vú”.
Planteaba su vida frente al teléfono, compartía su desayuno y la marca del sostén. Las aplicaciones antiguas en el teléfono tenían acceso a esas videollamadas coquetas de la noche anterior, aunque ella borrara el historial, por si Raymond le revisara el teléfono mientras ella se bañaba.
De las noticias del día incorporaba algunas palabras que diría al reflexionar con su grupo de yoga en el gimnasio, intercambiando alguna charla pseudo interesante. “Hay que mejorar la alimentación saludable, hay expertos que indican que mejora las relaciones laborales también” y muéranse de envidia las demás, aparte de guapa es culta e informada.
Todo aquello pasa en su día.
Y cuando recuesta la cabeza en la almohada, cuando ya todos sus dispositivos están en no molestar, las ondas gravitacionales de la estrella Tau Ceti que despareció hace 11.9 años luz la atraviesan del mismo modo y le hacen vibran los neurotrasmisores nuevamente, haciéndole tener el sueño más dulce e inocente que no tenía desde hace años, el que olvidaría inmediatamente al sonar el despertador en la mañana. Sueño del que no recordaría ni un solo detalle pero le dejaría un sentimiento tranquilizador por lo menos hasta antes de coger el teléfono y observar las notificaciones de la noche anterior.