Todo cambió
para mal o para bien.
Todo cromosoma mutó
en un fugaz entrecruzamiento
de ácidos desoxirribonucleicos.
Ya no éramos los mismos
no éramos los mismos de antes
y no nos habíamos dado cuenta
cuenta aún no nos dábamos.
Cambiaron los minutos,
cambiaron las horas.
Los días cambiaron
las semanas cambiaron.
Todo se traslapó
y era ahora tan diferente.
La piel en tu carne,
el pensamiento en el cerebro.
el sueño y la gloria,
la tristeza y melancolía,
todo era lejano a lo que un día fue.
La transición fue pausada,
lentamente fue ocurriendo,
en silencio fue plasmando
y con sigilo dejando las marcas
a lo largo de la historia.
Ahora no somos los mismos,
los mismos ya no somos de antes,
de los mismos antes ya no somos.
Somos como el viento que erosiona
en mil años las montañas
dejando lúgubres formas en las rocas.
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