viernes, 20 de julio de 2007

Catástrofe doméstica


Dos manos en la cabeza. Al mismo tiempo que todo se desmorona y cae a tierra rompiéndose en mil doscientos treinta y siete pedazos pequeñitos que se meten en las grietas del suelo. Entonces me precipito –que todo da vueltas, como el hámster de mi sobrina en la rueda de su jaula- rápidamente al piso –el florero de cristal con una rosa negra se desparraman en rededor- cubriéndome la cabeza con dos manos –mi madre que grita en la cocina que nadie se levanta a comer el almuerzo ya está listo- a ver si me resguardo de alguna forma del desastre que va ocurriendo.

Dos manos en la cabeza que está en el piso. Pedazos de algo por ahí, un trozo de eso por allá, restos de aquéllo por acullá y el hámster de mi sobrina que sigue dando vueltas en la rueda de su jaula.

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