Tuve un hoja en blanco en mis manos que convertí en barquito de papel. Me subí en él y me acompañó a navegar los siete océanos a lo largo de miles de años. Otras veces nos embarcábamos sobre ríos turbulentos que terminaban en caída libre por una cascada altísima, pero siempre lográbamos salir a flote, por muy tumultuoso que el caudal fuera.
Luego el barquito se transformó en avión de papel. Con él surqué cielos color turquesa atornasolados, sintiendo la caricia de la tibia brisa de un amanecer, planeando serenamente por un viento que nos llevaba a todas partes. Pero otras veces tuvimos que atravesar torbellinos huracanados o cruzar las turbulencias de un ciclón tropical. Sin importar lo que nos esperara al emprender el vuelo, siempre lográbamos aterrizar a salvo en tierras calmas.
Después el avioncito lo convertí en una flor de papel que llevaba siempre conmigo en la mano, haciéndome compañía desde el desayuno disfrutando de un capuchino recién preparado. Un día planté la flor y contra toda posibilidad, su pálido blanco se revistió de unos hermosos colores, más bellos que todas las rosas del mundo juntas. Y cada noche antes de dormir la regaba para que sus pétalos se mantuvieran vívidos por siempre jamás.
Pero un día la flor se marchitó y como todo en la vida cumplió su ciclo. Entonces tomé el papel reseco y con dificultad lo volví a convertir en un barquito. Una día de febrero luego de una lluvia imaginaria de verano, puse el barquito en un delgado riachuelo que se formó en la esquina de Sucre con Condell. Había llegado el momento de dejarlo ir.
Me despedí de él agradeciendo su protección durante todos los años que navegamos juntos, volamos y nos hicimos compañía floreciendo, pero tocaba continuar este viaje en solitario. Vi el barquito alejarse audazmente por la orilla de la calle, tranquilo de saber de que no sería tragado por ningún desagüe o agarrado por un payaso asesino escondido en una alcantarilla: tenía la certeza de que el barquito de papel encontraría su propio camino hasta llegar al océano y luego conquistaría nuevos continentes aún no descubiertos.
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