No hay verdad que por muy verdadera que sea
se convierta en la más absoluta,
la que reine por sobre todos
en cada uno de los presentes.
Y tú quisieras encontrar la palabra perfecta
la que perdure más en el tiempo
la que prolongue la tranquilidad
porque la paz también es cierta
tan cierta que puedes tocarla.
Y te enamoras de esa paz,
y te la llevas a tu casa
te la llevas a la cama,
y salen a pasear por el parque
los domingos en la mañana.
Salen a cenar a la comida hindú
los lunes en la noche,
y van al cine de películas clásicas
los viernes por la tarde.
Y un jueves cualquiera
llegas antes del trabajo
a tu casa
porque anunciaron una nueva pandemia en las noticias,
y descubres que la paz
nunca fue tan cierta,
la pillaste chanchito
disfrazándose muy serena,
muy tranquila
poniéndose su máscara
como si nada.
Y con la misma parsimonia,
se gira y te dice :
“no hay verdad que por muy verdadera que parezca se convierta en la más absoluta”.
Y entonces le tomaste la mano
cariñosamente
pero con firmeza,
le besaste en los labios
y le hiciste el amor como nunca esa noche.
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