domingo, 8 de julio de 2012

puntuación


Nunca me puse a mí mismo primero que nada, antes que todo.
será acaso que me puse segundo o vigésimo octavo, siempre atrás de lo corriente, tal vez al lado del punto seguido, o, para mayor infortunio gramático, después del punto final de la historia que todos nos contamos en silencio antes de quedarnos dormidos.
Lo que se intenta pensar, por consiguiente y dadas las circunstancias actuales de desamparo y cefalea, dos punto cincuenta y tres de la madrugada, es que el punto final, al final, no siempre señala el desenlace del cuento ni de la historia, mucho menos la interrupción de tus esfuerzos por alcanzar un día de descanso de tus propios temores.
Siempre hay modos de saltarse al párrafo siguiente, sin terror a la persecución del punto ignorado,  justificando alguna razón entretenida para seguir trazando líneas rectas, a ratos un poco helicoidales, a veces un eterno círculo en lo que para algún dios es un cuaderno donde escribe nuestros destinos, súper ultra apurado en la noche, mientras dormimos, para que cuando despertemos a la mañana siguiente odiando la canción del despertador de los celulares touch, sepamos exacta y claramente cómo avanzar con lo. que .prosigue .después. del . final .
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1 comentario:

Ms. Davis dijo...

Me gusta este texto, podria decir que lo encuentro bueno, que me agrada el contenido que esta bien logrado o que es notable el recurso sintáctico al final,lo que es cierto,pero la verdad es que me gusta porque en medio de las palabras, los recursos literarios y el hilo de las contradicciones, su contenido me hizo sonreír, quizás no sea el lector ideal, pero quería decir simplemente que me gusta este texto