miércoles, 17 de agosto de 2011

Alegorías Caninas

No estuve ladrando en la noche como perro porque la luna me lo pidiese. Ladraba porque algo bien adentro me decía que lo hiciera.
Una garrapata loca, tal vez.
Un Toxocara canis, espero que no.
Aullé por cuarenta y seis segundos, en un tono melancólico: extrañaba tu hocico, tus colmillos, tus cuatro patas, tu collar que cuando suena me avisa que vienes llegando antes de que abras la puerta.
Y mi glándula lacrimal ya había secretado un par de lágrimas cuando el recuerdo de días mejores se metieron en mi hipotálamo perruno. Sentí como ayer (pero hoy) las ganas locas de mover la cola y sacar la lengua.
Reí entonces durante el resto de la noche, puro perdido en la fantasía de un hueso sabroso de tu lado para saborear por todo lo que nos queda de vida.

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