domingo, 9 de enero de 2011

de lo corriente y común

Considerando el transcurso de los acontecimientos en estos últimos 387 días, se puede decir con certeza que la vida no apesta a cigarro, a cigarro encerrados en una discoteque llena de gente que fuma hasta por los codos, deseando que el cigarro entre los dedos se transformase en otra cosa (eso mismo que usted está pensando).
Somos tan llorones cuando todos lloran. Lo mismo que todos gritamos cuando todos gritan (en especial si es algo feo) y miramos hacia el puto punto si todos lo están mirando.
Si no fuera así que mejor se vaya yendo de la fiesta, qué desubicao'.
Que no vibre en otra cuerda, que no cante en otro compás. Que siga el ritmo y no desafine.
A estas alturas ya estamos tan mimetizados con un celular último modelo con pantalla táctil que es difícil llorar si no te vibra en el bolsillo anunciando un nuevo mensaje. Es casi imposible diría yo.

No hay comentarios: