lunes, 15 de septiembre de 2008

Esquina, flores y esas cosas

Quedaron de juntarse dos años, cuatro meses y 8 días después de haberse visto por última vez, en la esquina de Santa Rosa con San Ignacio puesto que esa había sido la esquina donde acordaron encontrarse la primera vez, cuando él la invitó a tomar un café cuando ella tuviera un tiempito libre luego del trabajo, y no por coincidencia fue también el último lugar donde se pararon a menos de un metro de distancia el uno del otro, antes de despedirse, beso en la cara, media vuelta y hasta la próxima.Él había esperado con ansias que sucediera, marcando con una cruz los días que pasaban uno tras otro hasta antes del reencuentro. La recordaba al momento exacto en que pasaba de soñar durmiendo a soñar con los ojos bien abiertos. La extrañaba cada vez que ponía dos cucharadas de café en la taza y tres de azúcar, a veces cuatro para no llorar. La imaginaba parada en esa esquina siempre que pasaba por allí, con el paraguas sin abrir bajo la lluvia, porque le gustaba la lluvia y caminar juntos a menos de un metro de distancia el uno del otro, haciendo sonar el agua dentro de los zapatos (como si hablaran). Estaba tan convencido de que ella también estaba contando los días en su calendario y se golpeaba como él la cabeza todos los días contra la muralla de lo arrepentida que estaba por haberse separado esa vez. por eso cuando estaba en la esquina de Santa Rosa con San Ignacio el día que iba dos años, cuatro meses y 8 días desde que la vio por última vez, no dejaba de mirar a su alrededor para apreciar el instante preciso en que sus miradas se volvieran a topar en este mundo, guardando aquel momento dentro de su memoria en ese lugar donde van los recuerdos-que-nunca-se-han-de-olvidar.
Pasó que ella justo ese día se había levantado pensando en flores, porque había soñado con flores esa noche pero no recordaba qué, y paseó por la casa preparando el almuerzo y ordenando los sillones con esa idea de un ramo grande de flores, luego una rosa roja estaría bien, pero cuatro margaritas sería mejor, cuatro de distintos colores, dos amarillas y dos rojas, ¿existen las margaritas rojas?, o todas amarillas, qué importa, pero si encuentro rojas no dudaré en comprarlas ,se verían muy bien en la mesita de centro, así cada vez que traiga visitas me dirán qué lindas flores rojas esas, qué flores son, son margaritas, no sabía que habían margaritas rojas, pues margaritas son. Y cuando chupaba la cuchara para probar si a la sopa le faltaba sal, recordó que en San Ignacio habían puesto una de esas tienditas con flores, florerías es que se llaman, he pasado unas tres veces por ahí y nunca me he fijado si venden margaritas rojas, si es que existen rojas y puaj a esta sopa le falta sal, después de almuerzo iré a comprar.El asunto es que ella había olvidado por completo lo de "nos vemos aquí, en dos años, cuatro meses y 8 días más, pase lo que pase" y recordaba a veces aquello como una promesa de esas que siempre se hacen cuando uno cree que está enamorado cuando joven, pero a penas se está abriendo los ojos al mundo. por eso cuando vio al tipo desconocido acercarse pensó que por fin la estaban asaltando, y no era una alucinación como ya había ocurrido varias veces ese año. Pero luego pensó que no era un ladrón sino un violador el que se dirigía a ella por la manera cómo la miraba, más aún cuando le dijo: pensé que no ibas a llegar. Y fue ahí cuando esa mirada de pseudo violador encajó en su memoria en la cara de un ex novio que había tenido y del que apenas recordaba el nombre. Le dijo hola para no sonar mal educada, sonrió y sintió ganas de correr a su casa, quedarse en la cama todo el día y pensar en otro lugar para comprar flores la semana que viene. Mas todos los recuerdos le golperaron tan fuertela cabeza que se sintió algo aturdida por un instante al mirar el letrero de la esquina de Santa Rosa con San Ignacio.
Él la invitó a dar un paseo.Ella quería decir que no, pero dijo que sí.
Conversaron largo rato sobre la vida, a menos de un metro de distancia el uno del otro por primera vez en dos años.
Ella le contó que trabajaba en un banco, él le dijo que la extrañaba.
Ella le dijo que tenía un lindo apartamento, él le confesó que no había dejado de pensar ni un solo segundo desde que se separaron.
Él le dijo que aún la amaba, ella le dijo que tenía novio así que mejor se alejara de ella, porque justo el novio llegaba a la florería donde había quedado de juntarse con ella para comprar flores, de preferencia margaritas rojas.
Le dijo lo siento, mi vida está en otros lados, trata de buscar alguna otra, yo me voy a comprar flores con mi novio. Él le respondió que no habían margaritas rojas en esa florería, ella lo miró extrañada mientras se alejaba, le tomaba la mano a su novio y entraban a la florería.Él se fue triste, dobló la esquina y entró a una tiendita.
Ella compró margaritas, no encontró rojas pero no le importó porque ya no las quería de ese color.Él pidió un café a la señorita que se acercó a atenderle.
Ella recordó que él alguna vez le había regalado flores rojas, nunca supo si fueron margaritas.Él le preguntó a la señorita: ¿Tienes un tiempito libre luego del trabajo?, te invito un café en otro lugar.
Ella se sonrojó y le dijo que sí. ¿En qué lugar?.
En la esquina de Santa Rosa con San Ignacio, ¿te parece bien?.

No hay comentarios: