viernes, 24 de agosto de 2007

Click Pause. Click Play.


Pongamos pause en nuestros controles remotos justo en el momento en que él pone mal el pie derecho frente al izquierdo, se tropieza y cae al suelo. Analicemos la expresión en su rostro. No es una cara de indignación, ni de asombro, menos aún una cara de susto. es más bien una cara de resignación, una cara de " aquí voy a otra vez cayendo a sentir mi cabeza estrellarse de manera violenta contra el asfalto, unos cuantos me mirarán cuando caiga al suelo, luego me levantaré, me sacudiré los pedazos de error que me queden en los jeans y seguiré caminando". ahora observemos su cerebro, ese conjunto de tripas que es el culpable de llevar su imaginación más allá de lo que comúnmente se denomina como alcanzable. que lo hace caminar seguro de lo que-quiere, aunque eso que-quiere solo pueda lograrse caminado sobre carbón ardiente que le quemen los deditos, pobrecito. tan seguro que apenas se da cuenta cuando cruza mal los pies y al suelo hemos dicho.
Prosigamos. pongamos atención en esta parte, porque es la más sensible de todas así que pido respeto, silencio, sin cuchicheos y apaguen sus celulares por favor. examinaremos su corazón. podrán apreciar una cantidad considerable de heridas que él mismo ha ido parchando con esperanzas e ilusiones a futuro. un corazón lastimado una vez, otra vez y luego una más. rearmado infinitas veces, acostumbrado ya a estrellarse contra el piso, romperse en mil pedacitos pequeños de sueños frustrados , pero que luego vuelve a pegarse con stick fix parchándose con eso que ya dije.
Muy bien. Ahora, pongamos play nuevamente y veamos cómo estrella de manera violenta su cabeza contra el asfalto. Unos cuantos miran cuando está en el suelo, se levanta, se sacude los pedazos de error que le quedan en los jeans y sigue caminando.

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