domingo, 14 de diciembre de 2025

Yo no te pido la luna (de colores)


Mejor no esperar nada de esta noche de sábado. ¿Qué puede salir mal si tenemos esta ciudad entera para nosotros y poder embarcarnos en una cápsula del tiempo que nos haga retroceder a épocas remotas? Quien diría que después de una botella de vino tinto y chocolates Verona encontraríamos aquel escondite al lado del puente y frente al río, en un rincón que podría pasar desapercibido si no se le presta suficiente atención. Un lugar donde se amalgaman dimensiones de colores y plumas, en el que ambos fuimos protagonistas de nuestra propia película retro, dejando de lado los personajes secundarios que somos en la semana haciendo clases, teniendo reuniones durante el día y tratando de tener encuentros con desconocidos por la noche que nos hagan descargar este cortisol que nos mantiene con el corazón palpitando a cada segundo del día, olvidándonos por un rato de lo terriblemente solos que estamos. 


Y en este escondite viajamos del pasado al presente y al pasado nuevamente. Me vi a mí mismo sonriendo como no lo hacía desde hace mucho tiempo en los cristales plateados que refractan las luces de esta fiesta y doblegándolas al compás de una drag haciendo un lip sync de Kylie Minogue, y todos en esta nueva realidad fuimos capaces (aunque sea por un par de horas esta noche) de ser las mejores versiones de nosotros mismos, sin temor al qué dirán ni cómo nos veremos en las historias de instagram de los desconocidos que nos graban sin querer. 


Como me había propuesto hace un tiempo, todos mis colores salpicaron cuando mi corazón explosionó manchando las paredes, ahogándose dentro de tu tercer vaso de Tom Collins, enmudeciendo los micrófonos del karaoke cantando Rocío Dúrcal y Daniela Romo, empapando la peluca de la drag queen más icónica de Chile e impregando de bellos pigmentos a tus labios con los míos, abrazados en la noche, yo oliendo tu cabello con trazas de tabaco cuando ya estábamos de vuelta en tu apartamento en mitad de esta madrugada de nunca acabar. Tú siendo tan tú, con ese brillo en la mirada que se reproducirá en mi cabeza como un loop incesante por el resto de la semana, al tomarme un café en la mañana, al cruzar Santa Isabel en bicicleta, en medio de una reunión en la oficina, entre medio de tantos torrentes dando vueltas por mi mente (sí, alusión directa a La Gata bajo la lluvia).


Y mañana ya de nuevo es lunes, miro la ciudad desde la terraza, ahora solo en esta noche de domingo. Reviso el celular, no hay ningún mensaje tuyo y un círculo verde al lado de tu foto de perfil me indica que estás conectado a 477 metros de distancia. De seguro estas esperando un fueguito. Pero no me preocupo, no espero que me escribas y elimino la aplicación. Miro de nuevo la ciudad y entre sus luces creo que logro distinguir a lo lejos el destello de esos colores de la noche anterior aún proyectando su brillo hacia el cielo sin desvanecerse completamente del todo, perdiéndose con las estrellas que brillan también en lo alto del firmamento.






No hay comentarios: