6 punto 24, 37 segundos y
contando.
Dentro de una oruga mezcla de
metal y fierros emprendo el camino de retorno a lo que se denomina hogar,
comprimido por incontables cuerpos que logran apoyar apenas los pies en los
centímetros disponibles de suelo que van quedando.
Mirando el mapa de estaciones,
confirmo que mi *viaje* recién
comienza, 19 estaciones de metro (y unas
cuantas combinaciones) me separan de mi destino.
A cada detención vamos
incorporando más cuerpos transpirados luego de un largo día de trabajo en este *viaje* poco recordable, que no
guardaremos en nuestras memorias para jamás recordarlo, ya sea por lo odioso
que resulte o por simple desgaste mental a estas horas de la tarde.
Cruzo miradas esquivas con algún
otro de mi especie a un par de metros de distancia, cambiando de dirección
inmediatamente la vista para evitar transmitirnos un pensamiento que perturbe
más nuestro decaimiento. Retiro la
mirada nuevamente y la poso sobre el diario de mi compañero vecino que
con audacia logra abrirlo, dejando descansar un par de páginas en la cabeza rubia
de la señora chiquita de bufanda roja. Esquivo nuevamente la mirada al reparar
en los accidentes de tránsito del día de ayer y cuánto subirá la gasolina la
semana entrante.
Descifrando los artilugios del
aparato que nos transporta, descubriendo sus recovecos, siendo apretado cada
vez más, inhalando el fracaso de un antitranspirante 24/7 y manteniendo el
equilibrio en la curva de un túnel, deslizo una mano sobre el pasamanos plagado de Cándidas y Escherichias Colis y
con la otra envío un mensaje a través de mi celular como muestra de que aún existo en este *viaje*, deseando estar lejos de mi ubicación actual, estar ya al
borde de mi destino al final de las estaciones, salir a la superficie, correr
libre por el campo que me crió y al que pertenezco, lejos de las ruedas y las
bocinas de esta ciudad que no termina nunca de crecer.
Cerrando los ojos, descansando de
los estímulos comerciales del próximo recital de Reggaeton y de propagandas de
ropa interior, descubro que mis párpados no me otorgan una cortina a oscuras
como de costumbre, que la oscuridad es interrumpida por puntos brillando cercanos
los unos con los otros.
Abro los ojos corroborando que no
me estoy quedando dormido para no aterrizar sobre el joven de audífonos que
simula un sueño de 13 minutos para no ceder el asiento a la señora de bufanda
roja, y confirmo que mis sentidos están
intactos, que sigo en este *viaje*ya
interminable.
Cierro por segunda vez los ojos y
estoy nuevamente flotando entre estrellas y materia oscura a velocidad
constante y pausada. Poco a poco voy comprendiendo que no soy yo mismo en el sentido humano, en un
modo corporal de mitocondrias y procesos celulares. Que soy un aparato intercomunicado por cables y conductos, recibiendo señales por medio de mi
antena de alta ganancia, percibiendo cambios electromagnéticos a través de mi
espectrómetro infrarrojo. De algún modo siento, allí como artefacto errante en el espacio, que mi *viaje* ha sido largo y mi destino parece tan distante, deseando estar lejos de este
lugar tan silencioso y tranquilo, extrañando las herramientas de fabricación y los sonidos
de los talleres de ensayo.
Envío de vez en cuando fotografías
para demostrar que aún persisto, que todavía continúo con mi *viaje* a través del universo, dejando atrás ya 8
planetas e incontables meteoritos. Tan solitario flotando por el espacio, sin
atisbo de compañía alguna, rodeado de galaxias a distancia, casi al borde del sistema
solar, roto mi dispositivo de calibración óptica en 180 ° para observar por
última vez al planeta Tierra, que a esta distancia es apenas un puntito azul
también flotando solitario en el
universo, sin poder creer que ese punto alberga la vida que echo tanto de menos
y que estoy tan lejos del hogar en estos momentos…
*Tres investigaciones publicadas en la revista científica Science
confirman que la nave espacial Voyager 1 se encuentra en el límite de nuestro
Sistema Solar.
De esta manera, la nave de la Nasa que partió hace más de 35 años, está
a punto de convertirse en el primer objeto hecho por el hombre en alcanzar el
espacio interestelar.*
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