jueves, 6 de agosto de 2009

Ironía de Verano

Todo ese mes había hecho demasiado calor. Tanto calor que era difícil de soportar. Mas ese día se asomaron un par de nubes en la cordillera, nadando a paso lento sobre el cielo azul en dirección hacia el oeste. "Lleva paraguas", había dicho mamá, porque de seguro había escuchado un pronóstico fugaz en la televisión. Paraguas no llevé. Incluso me puse faldita y chalas de esas que se abrochan en el tobillo y me fui al banco a pagar las cuentas de la universidad. Cuando estaba en la fila de 15 personas el sol se escondió detrás de las nubes que por fin lo alcanzaron a las 4 de la tarde (los bancos cierran a las dos). En ese momento te vi. Te vi pasando a fuera del banco de la mano de la chica que había visto en fotos en tu Facebook porque la habías agregado como amiga hace poco tiempo. La verdad es que el corazón me dio solo un brinco desde su posición en la caja torácica y el pulso no se me aceleró más de veinte segundos al recordar la textura de tus dedos rozando mis manos. La gota de sudor se me escurrió por la cara (no estaba nerviosa, hacía calor y los del tiempo de nuevo se habían equivocado).
Ese día no llovió, pero ojalá hubiese llovido para que mi mamá hubiera pensado que tenía gotas de agua en la cara y no lágrimas por haber visto a su marido de la mano con otra chica afuera del banco

1 comentario:

E dijo...

me da mucha pena esta historia... =(