domingo, 27 de julio de 2008

más fuerte para que escuchen

Ella pregunta algo así:
-¿Dónde va ubicado aquello que está tan bien colocado que por más que se mueva, no se corre, no se cambia ni se molesta en corregir sus errores o a lo menos pida disculpas cuando es realmente necesario?
Lo dice en voz alta para que le escuchen, pero nadie le responde. Pareciese como si se la pasara hablando sola por la vida, o como si usara manos libres todo el día, incluso si no le quedara carga en el celular. Como si su presencia fuese tan volátil como una pelusita dando vueltas por el aire.
Y vuelve a preguntar de nuevo algo sin sentido, que es mejor que quedarse callada, porque cuando se calla se piensa, y cuando se piensa se recuerdan cosas, y cuando se recuerdan cosas da pena, y la pena te hace llorar.
Llorar en la mesa no va a lugar, porque en la mesa se come, o se estudia o se ponen los codos sobre ella luego de comer o estudiar. Entonces va: ¿cómo es el momento cuando se van las cosas que quieres y se siente mal por lo que está por dentro y ves como todo lo que alguna vez quisiste ya se va por la puerta de la cocina, más lejos de lo que debería estar a estas alturas y se va, se va, se va, para no volver, no vuelve, no vuelve, no vuelve y se va?

Calla, piensa, recuerda, pena y llora en la mesa (donde supuestamente debería estar comiendo)

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