martes, 10 de febrero de 2009

Arrivederci Chile!



Ya está todo empacado. No quedan más que un par de horas para pasar a ser tú y yo completos desconocidos, como si nunca nos hubiésemos tomado de la mano ni hubiéramos caminado horas y horas uno al lado del otro. Hasta que nos encontremos como por casualidad y digamos algo así como tú también te ganaste un premio en la universidad?, qué coincidencia dios mío, y justo en asientos continuos, lo qué es la vida. Sóplame este ojo. Y despego los pies (no por primera vez) del escenario del que vengo siendo personaje desde el día que decidí llegar a este planeta, en el que dejo la rutina en pausa para que me espere tal como la dejé cuando regrese y luego me ponga al día de las copuchas más importantes que acontecieron en mi ausencia. Incluyendo a todos aquellos que llamo familia, a los tantos otros que les digo amigos y algunos pocos que no les llamo de ninguna manera pero que de repente se me vienen a la cabeza cuando me como las uñas en la mesa. Pero que a pesar de todo me los llevo conmigo metidos en la maleta, entre medio de los botines, los dos chalecos y los siete calcetines , todos apretados allí adentro, enredados entre piernas, brazos y peronés, esperando traquilos hasta que los saque al lugar que llegue para que me hagan compañía y me sigan detrás mío amontonados, diciendo las misma cosas que dirían en cualquier otra parte. Y pienso que ellos también me llevarían doblado en el bolsillo, aplastado en una billetera o introducido dentro de un celular, quizá sin decirles nada, simplemente estando ahí mirando como de costumbre lo hago (soñar no cuesta nada)
Arrivederci Chile! y a todos aquellos que se quieran meter en mi maleta.