sábado, 14 de abril de 2012

Fragmentos 43


Es tan increíblemente paradójico cuando ni te das cuenta cómo van creciendo los árboles, que es un poco más lento de cómo crecen tus sobrinos o cómo te crece el pelo y ya llegan esos momentos ineludibles en los que tienes que dar vuelta la página, cambiar de cuaderno y empezar a usar lápiz pasta azul en vez de lápiz mina, a pesar de que ni te imaginas cuántos días van pasando ni notando un poquito que ya te ha salido harta barba y el computador está lleno lleno de fotografías antiguas, de esos amigos que fueron amigos lo que dura un inicio de sesión al Messenger que ahora parece absurdo recordarlos, pero en su momento se derramaron varias lágrimas por el ojo izquierdo y no fueron pocos los consuelos que fueron tecleados desde un Pc Pentium II con disquetera.

y estás seguro,
fehacientemente,
malditamente convencido de que si esas fotografías, si esos individuos solitarios hablaran te pedirían a gritos sacándose los pelos a tirones de la cabeza que nos los deseches , implorando no ser olvidados, no ser enviados a ese cementerio virtual que se llama papelera reciclaje, aunque ya click, ups, click, click, el mouse láser inalámbrico hizo doble click en la carpeta y la va arrastrando sin piedad ni remordimiento alguno hacia la basura mientras suena en Itunes una canción de despedida que enmudece las súplicas de todos los archivos adentro de ella, pidiendo ser recordados por lo menos un kylobyte por segundo más de un sábado bien entrada la madrugada...




Hay recuerdos que se guardan mejor en tu Memoria que en el escritorio de tu computador, al lado del acceso directo a Google Chrome.