sábado, 2 de julio de 2011

Aguacate


Mi papá compraba las paltas todos los jueves en la feria. Esto de la globalización hace que haya paltas en la feria todo el año. Las traen del norte cuando es invierno acá en el sur del planeta. Esas paltas tienen cuesco como todas así que no es mucha la diferencia.

Las paltas del mes de julio no sé de dónde las traerán, pero son las paltas más extrañas de todas. Están realmente locas, lo juro.

Todo empezó hace tres semanas cuando mi papá trajo en la mañana del jueves las paltas envueltas en bolsa de plástico amarilla. Siempre les hace nudos difíciles de desanudar y eso que soy experto en matar nudos. A veces creo que podría ganar un concurso deshaciéndolos.

Ese nudo estaba imposible. Luego de cortarlo con la tijera, coloqué ordenaditas las paltas en el esquinero que está sobre la cocina. Ahí se ven bien bonitas cuando están todas negritas y en pirámide. No es cosa fácil apelotonarlas y que no se caigan. Yo las vi, con mis propios ojos: era la pirámide de paltas más impenetrable del mundo. Ni un terremoto las botaría.

Pasó que esa noche después de tomar once, todos coincidimos en que las paltas estaban en su lugar cuando fuimos a dejar los platos al lavaplatos. A las tres de la madrugada y unos minutos más diría yo (porque mi mamá nunca ha sido buena para decir horas exactas), mi papá bajó a la cocina a tomar un vaso de agua. Prendió la luz y la vio: una palta sola e indefensa sobre el piso de cerámica roja de la cocina. Mi papá, sin darle mucha importancia, la tomó y la dejó en su lugar. Tomó su vaso de agua y se marchó.

Mi mamá asegura que escuchó ruidos esa noche, yo no estoy tan seguro de haber oído algo en absoluto. Resulta que a la mañana siguiente cuando mi mamá se levantó a preparar el desayuno, vio de nuevo otra palta en el suelo. Tampoco le tomó importancia y la dejó en la pirámide.

Dos noches más tarde fui yo quien se levantó en la madrugada en busca de comer algo dulce porque a veces me dan antojos como si estuviese embarazado. Esta vez eran dos las paltas en el suelo. Supuse que algo había fallado en mi técnica de colocación de paltas. las volví a acomodar en su lugar y me fui a devorar un pedacito de torta al comedor. Al volver cinco minutos después a dejar el plato en el lavadero, habían 3, digo bien, tres paltas en el suelo. Pensé que las paltas estaban deformes y por eso no se quedaban en su lugar.

A la mañana siguiente cuando mamá llamó a desayunar a la mesa, me contó que encontró de nuevo paltas en el suelo, pero que eran 4. Supongo que lo dijo en tono tan preocupado que mi papá decidió cambiar de lugar el esquinero de la cocina a la esquina de al lado. Pero las paltas volvieron a aparecer en el suelo a la mañana del otro día.

Llegamos a la conclusión de que eran paltas saltarinas. Suena tonto pero las paltan realmente saltaban. Lo supe cuando dejé la cámara de video grabando la cocina durante la noche. Al ver el video con mis papás, quedamos boquiabiertos al ver cómo saltaban las paltas desde el esquinero. Saltaban, lo juro. Estaba una quieta y de pronto,paf, saltaba. Tengo el video aquí mismo en el computador. Eran paltas saltarinas y saltaban. Mi mamá que es medio supersiticiosa decidió botar las paltas. "En esta casa no salta ninguna palta", dijo casi reconrosa mientras las echaba en la bolsa.

Yo realmente no tenía tanto miedo hasta entonces. Me parecía incluso cómico que saltaran. Me asusté de verdad cuando a la mañana siguientede nuevo había una palta en la cocina. Estaba en el esquinero. Mi mamá se sintió desafiada o algo así por la palta y no la quiso tocar.

Lo peor pasó esa misma noche. Cuando escuchamos un pequeño ruido en la cocina. Bajamos y vimos con nuestros propios ojos cómo la palta saltaba desde el esquinero y caía sobre la cocina, rebotando en la manilla que abre el gas. "esa palta nos quieren matar" dijo mi papá.

Suena de locos pero la palta de verdad que abrió el gas y nos quería matar. fue claramente una amenaza de guerra contra las paltas. Cogimos todas las paltas y las fuimos a botar al río que pasa cerca de la carretera. Esa noche dormimos asustados, muy asustados. Me despertó un estruendo en la pieza de mis papás. Cuando fui a ver había vidrios por todos lados y una palta sobre la cama.

Mi mamá lloraba del miedo. "esa palta entró por la ventana" gritaba. Y de pronto paf, otra palta entró haciendo trizas la ventana. Era una lluvia de paltas verdes. Dios, como caían. Nos tiramos al suelo como en las películas cuando llega el malo disparando desde el otro lado y allí nos quedamos. Al rato llegaron los carabineros, por que el jaleo fue tremendo.
Preguntaron si habíamos visto a los que nos lanzaron las paltas por la ventana y no nos creyeron cuando dijimos que las paltas eran saltarinas. "no podemos meter presa a una palta" dijo uno. así que metieron preso a papá.

Nunca más volvimos a esa casa ni nunca más volvimos a comer palta. Les tenemos terror.