domingo, 31 de mayo de 2009

eso que me pasa cuando me hablas (llamas)


Te escucho,
y su-suspiras.
Espero en silencio a que me digas (porquemegusta)
que me digas cualquier cosa (porque me gusta),
porque me gusta escucharte cuando lo dices,
porque me gusta eso y suspiro;
(me gusta).
Se me enreda la lengua si lo digo,
mas me sigue dando vueltas por la cabeza
y no se va, ten por seguro que no se va.
Mi universo espera quieto en silencio
cien años luz de distancia junto a ti.
todo permanece quieto entre tus labios
hasta que te escuche:
su-suspiras

(si-silencio)

Imperio Palomérico

Dicen que en un tiempo no muy remoto las palomas tenían un imperio en el mundo. Un lugar donde ellas reinaban con la vanagloria pegada en el pico, dándole a los humanos las sobras de lo que no les importaba, los que se amontonaban en grupos para parecer más numerosos, picoteando con frenesí todo lo que les lanzaban.Llegó un día, empero, en que todos los humanos se juntaron para destronar a los gobernadores plumíferos, cortándoles la vanagloria de la cara y empujándolas a patadas de sus castillos marginándolas de la población. Se llevó a cabo la guerra más sangrienta que alguna vez se haya realizado en el planeta, tanto así que ni los libros de historia se atrevieron a escribirla.
Ahora las palomas picotean lo que a los humanos les sobra, amontonándos
e para parecer más numerosas. Aún tienen miedo: echan a volar a penas uno de ellos intenta acercarse, temiendo que les vuelvan a cortar algo más.
Y quién sabe, quizá vuelvan a juntarse en un gran grupo para vengarse.

(ya se las puede ver amontonadas sobre los trenes antes de llegar a estación central)


domingo, 3 de mayo de 2009

Vacuna

-Descúbrale el brazo, señora, y trate de mantenerla tranquila- Decía mientras sacaba la jeringa estéril del sobrecito.
-Nunca me han gustado las jeringas ni las vacunas ni las agujas ni los pinchazos- Decía señora, arremangándole la polera a su hija, dejando desnudo al aire frío de la habitación un brazo pálido, rechoncho y lampiño, que matizaba graciosamente con su carita también blanca y redonda.
- ¿Me va a doler?- sonaba su voz tiernamente aguda.
- Más va a doler si no te la pones- Respondió la enfermera. Cuando seas mayor lo entenderás, porque aún eres muy pequeña. Verás la diferencia entre tú y los que ahora no se ponen la vacuna porque creen que no es necesaria. Una vacuna contra el estrés, pff. Blasfemias, necedades, boberías. Que no lo necesitan, que pueden controlarlo ellos mismos, que sólo quieren sacarnos dinero. ¡Ingenuos! En el mundo de ahora, en nuestras ciudades con el ritmo de vida que llevamos claramente es necesario una vacuna anti-estrés. Se te mete en los pulmones cuando lo respiras durante un tiempo prolongado, te infecta como una bacteria y se pega en tus células fagocitándolas para luego diseminarse por todo tu organismo. Cambia tu estado de ánimo, te pones terriblemente mal genio y se te quitan las ganas de vivir. Pero tranquila, mi amor, tú aún estás muy muy pequeña, pero poco te falta para ingresar al mundo de hoy. Vas a estar preparada con lo que te voy a poner y serás inmune a cualquier tipo de angustia, a toda situación de tensión, a los empujones en el metro, al que no te escuche tu marido cuando tomen once con tu familia si es que los niños bajan a sentarse a la mesa; al tráfico interminable de los lunes en la mañana; a que tu jefe te regañe porque la paciente de la cama 21 no se tomó el medicamento porque a la muy pava se le olvidó; y al humo del cigarro que te tiran en la cara cuando vas por la calle caminando al banco a pedir un préstamo porque hay que pedir préstamos casi por obligación para comprar una casa.
-Cielos, esta mujer hubiera dado cualquier cosa por una vacuna así en sus tiempos- Pensó señora.

La niña la miraba con los ojos bien abiertos, entendiendo menos de la mitad de lo que le decía. La mujer estresada le limpió el bracito con un algodón húmedo, presionándolo con un poco de desesperación. La aguja ya estaba desnuda y dispuesta a introducirse en su cuerpo. Por un momento, tuvo un poco de miedo y preocupación, mas cuando sintió la aguja atravesando su piel y luego el líquido lleno de partículas de estrés que pronto la harían inmune a él, toda su ansiedad desapareció y sonrió. Ahora se sentía realmente tranquila.